Este espacio lo he preparado especiaalmente para, por lo que con placer te doy la más cordial bienvenida, esperando aprendas un poco del contenido ue aqui encontraras.
COMIENZO UNA NUEVA VIDA
Hoy mudaré mi viejo pellejo que ha sufrido, durante tanto tiempo, las contusiones del
fracaso y las heridas de la mediocridad.
Hoy nazco de nuevo y mi lugar de nacimiento es una viña donde hay fruto para todos.
Hoy cosecharé uvas de sabiduría de las vides más altas y cargadas de frutas de la viña,
porque estas fueron plantadas por los más sabios de mi profesión que han venido antes que
yo, de generación en generación.
Hoy saborearé el gusto de las uvas frescas de las vides, y ciertamente me tragaré la semilla
del éxito encerrada en cada una, y una nueva vida retoñará dentro de mí.
La carrera que he escogido está repleta de oportunidades, y al mismo tiempo llena de
angustia y desesperación, y los cadáveres de aquellos que han fracasado, si se los pusiera
uno encima de otro, proyectarían su sombra por encima de todas las pirámides de la tierra.
Y sin embargo no fracasaré como los otros, puesto que en mis manos sostengo las cartas de
marear que me guiarán a través de corrientes peligrosas hasta las playas que solo ayer me
parecían un sueño.
El fracaso no será mi recompensa por la lucha. Así como la naturaleza no ha hecho
provisión alguna para que mi cuerpo tolere el dolor, tampoco ha hecho provisión para que
mi vida sufra el fracaso. El fracaso como el dolor, es ajeno a mi vida. En el pasado lo acepté
como acepté el dolor. Ahora lo rechazo y estoy preparado para abrazar la sabiduría y los
principios que me sacarán de las sombras para internarme en la luz resplandeciente de la
riqueza, la posición y la felicidad, muy superiores a mis más extravagantes sueños hasta que
aun las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides no parezcan otra cosa que mi justa
recompensa.
El tiempo le enseña todas las cosas a aquel que vive para siempre, pero no puedo darme el
lujo de la eternidad. Y sin embargo dentro del tiempo que se me ha asignado debo practicar
el arte de la paciencia, porque la naturaleza no procede jamás con apresuramiento. Para
crear el olivo, el rey de todos los árboles, se requieren 100 años. Una planta de cebolla es
vieja después de 9 semanas. He vivido como una planta de cebolla. Pero no he estado
conforme con ello. Ahora quisiera ser el más grande de los árboles de olivo, y en realidad el
más grande de los vendedores.
¿Y cómo lo lograré? Porque no tengo ni el conocimiento ni la experiencia para alcanzar la
grandeza, y ya he tropezado con la ignorancia y caído en el charco de la compasión por mí
mismo. La respuesta es sencilla. Comenzaré mi viaje sin el estorbo de los conocimientos
innecesarios o la desventaja de una experiencia carente de significado. La naturaleza me ha
proporcionado ya el conocimiento y el instinto, muy superiores a los de cualquier bestia en
el bosque; y a la experiencia se le ha asignado un valor exagerado, especialmente por los
viejos que asienten sabiamente con la cabeza y hablan estúpidamente.
En realidad la experiencia enseña sistemáticamente, y sin embargo su curso de instrucción
devora los años del hombre de manera que el valor de sus lecciones disminuye con el
tiempo necesario para adquirir su sabiduría especial. Y al final se ha malgastado en hombres
que han muerto. Además, la experiencia se compara con la moda. Una acción o medida que
tuvo éxito hoy será irresoluble e impráctica mañana.
Solamente los principios perduran y estos poseo, porque las leyes que me conducirán a la
grandeza figuran en las palabras de estos pergaminos. Me enseñan más a evitar el fracaso
que a alcanzar el éxito, porque, ¿qué es el éxito sino un estado mental? ¿Cuáles dos
personas, entre mil sabios, definirán el éxito con las mismas palabras? Y sin embargo el
fracaso se describe siempre de la misma forma. El fracaso es la incapacidad del hombre de
alcanzar sus metas en la vida, cualesquiera sean.
En realidad, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido
éxito reside en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito.
Los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. De manera, entonces, que la primera ley
que obedeceré, y que precede a todas las otras es la siguiente: me formaré buenos hábitos, y
seré el esclavo de esos hábitos.
Cuando era niño, era esclavo de mis impulsos, ahora soy esclavo de mis hábitos, como lo
son todos los hombres crecidos. He rendido mi libre albedrío a los años de hábitos
acumulados, y las acciones pasadas de mi vida han señalado ya un camino que amenaza
aprisionar mi futuro. Mis acciones son gobernadas por el apetito, la pasión, el prejuicio, la
avaricia, el amor, temor, medio ambiente y hábitos; el peor de estos tiranos es el hábito. Por
lo tanto si tengo que ser esclavo de los hábitos, que sea esclavo de los buenos hábitos. Los
malos hábitos deben ser destruidos y nuevos surcos preparados para la buena semilla.
Adquiriré buenos hábitos y me convertiré en su esclavo.
¿Y cómo realizaré esta difícil empresa? Lo haré por medio de estos pergaminos, porque
cada uno contiene un principio que desalojará de mi vida un hábito malo y lo reemplazará
con uno que me acerque al éxito. Porque hay otra ley de la naturaleza que dice que solo un
hábito puede dominar a otro. Así pues, para que estas palabras escritas cumplan la tarea para
la cual han sido designadas, debo disciplinarme a mí mismo y adquirir el primero de mis
nuevos hábitos que es el siguiente.
Leeré cada pergamino durante 30 días en esta forma prescrita, antes de proceder a la
lectura del pergamino siguiente.
Primero, leeré las palabras en silencio cuando me levanto por la mañana. Luego leeré las
palabras en silencio después de haber participado de la comida del mediodía. Finalmente
leeré las palabras de nuevo antes de acostarme al finalizar el día, y aún más importante, en
esta oportunidad leeré las palabras en voz alta.
Al día siguiente repetiré este procedimiento, y continuaré de esta manera durante 30 días.
Luego empezaré el siguiente pergamino y repetiré este procedimiento durante otros treinta
días. Continuaré en esta misma forma hasta que haya vivido con cada uno de los pergaminos
durante 30 días y mi lectura diaria se haya convertido en hábito.
¿Y qué realizaré mediante este hábito? Reside aquí el secreto oculto de todas las
realizaciones del hombre. Al repetir diariamente las palabras, se convertirán pronto en parte
integral de mi mente activa, pero aún más importante, se filtrarán también hasta la otra
mente mía, ese misterioso venero que nunca duerme, que crea mis sueños, y con frecuencia
me hace proceder en una forma que no comprendo.
A medida que las palabras de estos pergaminos son absorbidas por mi misteriosa mente,
comenzaré a despertar, todas las mañanas, con una vitalidad que no he conocido nunca. Mi
vigor aumentará, mi entusiasmo se acrecentará, mi deseo de enfrentarme con el mundo
dominará a todos los temores que antes me asaltaban al amanecer, y seré más feliz de lo que
jamás había pensado que fuese posible en este mundo de luchas y dolor.
Finalmente, descubriré que reacciono ante todas las situaciones que me confrontan como los
pergaminos me ordenaron que reaccionara, y pronto estas acciones y reacciones serán fáciles
de realizar, porque todo acto se hace fácil con la práctica.
De manera, entonces, que nacerá un hábito nuevo y bueno, porque cuando un acto se hace
fácil mediante la repetición constante se convierte en un placer realizarlo, y si es un placer
realizarlo corresponde a la naturaleza del hombre el realizarlo a menudo. Cuando lo hago
con frecuencia se convierte en un hábito y yo me convierto en su esclavo y puesto que este
es un buen hábito, esta es mi voluntad.
Hoy comienzo una nueva vida.
Y me hago un solemne juramento de que nada retardará el crecimiento de mi nueva vida. No
interrumpiré ni un día estas lecturas porque el día que pierda no podrá recobrarse jamás ni
podré sustituirlo por otro. No debo interrumpir, no interrumpiré este hábito de la lectura
diaria de estos pergaminos, y en realidad, los pocos momentos que pase todos los días en
este nuevo hábito serán un precio insignificante que tendré que pagar por la felicidad y el
éxito que serán míos.
Y mientras leo y releo las palabras de los pergaminos siguientes, no permitiré jamás que la
brevedad de cada pergamino ni la sencillez de sus palabras me lleven a tratar livianamente su
mensaje. Miles de uvas se prensan para llenar una botella de vino y el hollejo y la pulpa son
arrojados a los pájaros. Así es con estas uvas de la sabiduría de los siglos. Mucho se ha
filtrado y arrojado a los vientos. Solamente la verdad pura yace destilada en las palabras que
vendrán. Beberé según las instrucciones y no derramaré ni una gota, y la semilla del éxito
ingeriré.
Hoy mi viejo pellejo se ha vuelto como polvo. Caminaré erguido entre los hombres y no me
reconocerán, porque hoy soy un nuevo hombre, con una nueva vida.
"EL PERGAMINO NÚMERO DOS"
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Porque este es el secreto más grande del éxito en todas las empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aun destruir la vida, pero solo el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre, y hasta que no domine este arte no seré más que un mercachifle en el mercado. Haré del amor mi arma más poderosa y nadie a quien yo visite, podrá
defenderse de su fuerza.
Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desaprobar mi manera de vestir; podrán rechazar mi rostro, y hasta podrán sospechar de mis ofertas especiales; y sin embargo mi amor les derretirá el corazón, al igual que los rayos del sol entibian la más fría arcilla.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo lo haré? De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos; pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me señala las estrellas. Acogeré la felicidad porque engrandece mi
corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituye para mi un desafío.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en amigos míos. Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos. Ahondaré siempre en busca de razones para elogiar; nunca me allanaré a buscar excusas para el chisme. Cuando sienta la tentación de criticar, me morderé la lengua; cuando me sienta inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos.
¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la naturaleza toda hablan con la música de la alabanza para su creador? ¿No puedo acaso hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré este secreto que cambiará mi vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres porque cada uno tiene sus cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas. Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son solamente humanos; amaré a los humildes porque son divinos. Amaré a los ricos porque sufren la oscuridad; amaré a los
pobres porque son tantos. Amaré a los jóvenes por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la sabiduría que comparten. Amaré al hermoso por sus ojos de tristeza;amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo reaccionaré ante la conducta de los demás? Con amor. Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte. Con el uso se fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo pondré a un lado y caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo haga, mi nombre será enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me encuentro? De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que le amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome en mis labios, y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel que se negará a comprar mis mercaderías cuando en su corazón sienta mi amor?
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Y principalmente me amaré a mi mismo. Porque cuando lo hago, vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída por el mal y la desesperación, sino más bien la estimularé con los conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este momento todo el odio ha sido extraído de mis venas, porque no tengo tiempo para odiar, solo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré mis ventas en un ciento por ciento y me convertiré en un gran vendedor. Aunque no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito tan solo con el amor. Sin este fracasaré aunque posea todos los conocimientos y habilidades del mundo.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
"EL PERGAMINO NÚMERO TRES
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
En el Oriente los toros jóvenes son puestos a prueba en cierta forma para la corrida en la plaza. Estos toros son traídos a la plaza y se les deja atacar al picador que los pica con una lanza. La bravura de cada toro se calcula entonces con cuidado, según la veces que demostró su disposición de embestir a pesar de la picadura de la lanza. De aquí en adelante reconoceré que todos los días la vida me pone a prueba en igual forma. Si persisto, si sigo probando; si continúo embistiendo, alcanzaré el éxito.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
En este mundo no nací en derrota, ni el fracaso corre por mis venas. No soy una oveja que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy un león y me niego a hablar, a caminar o a dormir con las ovejas. Me abstendré de escuchar a aquellos que lloran y se quejan, porque la enfermedad es contagiosa. Que ellos se unan a las ovejas. El matadero del fracaso no es midestino.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y no cerca del comienzo, y no me corresponde a mí saber cuantos pasos son necesarios a fin de alcanzar mi meta. Puede aún sobrecogerme el fracaso al dar mi milésimo paso, y sin embargo quizá el éxito se oculte detrás del siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuán cerca estoy del éxito a menos que doble la esquina.
iempre daré un paso más. Si ese no es suficiente daré otro y aun otro. En realidad, un paso por vez no es muy difícil.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como un golpe de la hoja del hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá ni cause temblor en el árbol, ni el segundo ni el tercero. Cada golpe en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin consecuencia.
Y sin embargo como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se tumbará. Y así con será mis esfuerzos de hoy.
Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se llevan la montaña; la hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la tierra; el esclavo que construye una pirámide.
Edificaré mi castillo usando un ladrillo por vez porque yo sé que los pequeños intentos, repetidos, completarán cualquier empresa.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como abandono, no puedo, imposible, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada, porque si esta enfermedad de la mente me atacara, seguiría trabajando en medio de la desesperación.
Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos que se irguen a mis pies, y mantendré fijos los ojos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré para mi beneficio. Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Todo "no" que escuche me aproximará al sonido de un "sí".
Toda mirada de desaprobación que me encuentre, solo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana. Debo contemplar la noche para apreciar el día. Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Persistiré, persistiré, persistiré de nuevo. Cada obstáculo que se me presente, lo consideraré como un mero rodeo en el camino que me lleva a la meta, y un desafío a mi profesión. Persistiré y desarrollaré mis habilidades como el marino desarrolla las suyas, aprendiendo a dominar la furia de cada tormenta.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de aquellos que sobresalen en su trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener en cuenta si ha sido un éxito o fracaso, procuraré realizar un venta más. Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado cuerpo a retornar a la casa, resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta más. Haré un intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa, haré otro. No permitiré jamás que ningún día termine en fracaso. De esta manera plantaré la semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable sobre aquellos que cesan de trabajar a una hora prescrita. Cuando otros ponen fin a la lucha, la mía habrá comenzado, y mi cosecha será amplia.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Tampoco permitiré que los éxitos del ayer me hagan caer en el sopor de la complacencia del hoy, puesto que este es el gran fundamento del fracaso. Me olvidaré de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen buenos o malos y saludaré el nuevo día con confianza de que este será el mejor día de mi vida. y mientras haya hálito en mí, persistiré, porque ahora conozco uno de los grandes principios del éxito; si persisto lo suficiente, alcanzaré la victoria.
Persistiré. Alcanzaré la victoria.
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