Comunicación
"No basta escuchar lo que cada cual dice, sino que es preciso descubrir lo que piensa y por qué lo piensa".Cicerón.
“El ser humano, en cuanto tal, no puede existir sin comunicarse, no alcanza su plenitud como humano en el silencio o condenado al silencio, sino en la comunicación constante, por la palabra, la acción, la reflexión, el trabajo. La comunicación es el medio por el cual los seres humanos ganamos terreno a la irracionalidad, la soledad, la angustia, la incomunicación, al anonimato y la dependencia”
La palabra comunicación proviene del latín comunicare: compartir, hacer partícipe de algo. Hacer que sea de todos, dar parte de una cosa .
Al referirnos aquí a la comunicación como fenómeno específicamente humano, estamos hablando de aquel acto por medio del cual los hombres y las mujeres transmitimos información, con la expectativa de que sea captada y entendida por otra persona. Cuando esto se logra es porque establecimos un enlace, un puente interpersonal que nos pone en contacto y hace inteligibles nuestros mensajes. La forma más directa y efectiva de lograrlo es a través del diálogo, ya que éste, por su carácter íntimo, llega directamente al destinatario, disminuye las interferencias y permite la retroalimentación inmediata, lo cual aporta calidad y sentido humano al contacto.
“Si echamos un vistazo a nuestra vida cotidiana, veremos que la mayor parte del tiempo nos comunicamos a un nivel superficial, sin tomar ningún compromiso o riesgo, porque en realidad no es nuestra persona la que entra en juego, sino el personaje que nos toca representar en la vida social, dejamos que la inercia nos lleve y respondemos mecánicamente en el proceso de la comunicación. De ahí la dificultad de comunicarnos, estamos bajo el dominio de condiciones, expectativas y prejuicios sociales que nos impiden abrirnos como personas en la comunicación. La verdadera comunicación se da entre personas libres y responsables de dar su palabra y recibir la del otro, que buscan enriquecerse mutuamente aceptando el riesgo que a veces implica, que aunque no estén en el nivel íntimo pueden liberarse de estereotipos y defensas y ser más auténticos” .
escuchar con atención, no acaparar la palabra, evitar interrumpir, utilizar un lenguaje propio y moderado, lo cual demuestra educación y trato delicado hacia las personas. Pero este valor tiene elementos fundamentales e indispensables para lograr una verdadera comunicación.
Interés por la persona. Cuántas veces nuestra atención total está reservada para unas cuantas personas, nos mostramos atentos y ávidos de escuchar cada una de sus palabras. Por otra parte, los menos afortunados se ven discriminados porque consideramos su charla como superficial, de poco interés o de mínima importancia. Pensemos en los subordinados, los hijos o los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus problemas y conversaciones?
Toda persona que se acerca a nosotros considera que tiene algo importante que decirnos: para expresar una idea, tener una cortesía o hacer el momento más agradable; participarnos de sus sentimientos y preocupaciones; solicitar nuestro consejo y ayuda
Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas con claridad no siempre se toman en el sentido correcto (y no hablamos de malas intenciones o indisposición) Recordemos con una sonrisa en los labios, como después de una breve discusión llegamos al consenso de estar hablando de los mismo pero en diferentes términos. Las causas son diversas: falta de conocimiento y convivencia con las personas, distracción, cansancio.
El punto es no quedarnos con la duda, aclarar aquello que nos parece incorrecto, equivocado o agresivo para evitar conflictos incómodos e inútiles que sólo dejan resentimientos.
Aprender a ceder. Existen personas obstinadas en pensar que poseen la mejor opinión debido a su experiencia, estatus o conocimientos; de antemano están dispuestos a convencer, u obligar si es necesario, a que las personas se identifiquen con su modo de pensar y de parecer, restando valor a la opinión y juicio de los demás. No es extraño en ellos la inconformidad, la crítica y el despotismo, inmersos en conflictos, críticas y finalmente convertidos en las últimas personas con quien se desea tratar.
La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y conciliadora para obtener los mejores frutos y estrechar las relaciones interpersonales.
Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si sabemos que es lo correcto (en temas que afecten a la moral, las buenas costumbres y los hábitos), no debe detenernos para mostrar desacuerdo, superando el temor a quedar mal con un grupo y a la postre vernos relegados. Tampoco es justificable callar para no herir a alguien (al compañero que hace mal su trabajo; al hijo que carece de facultades para el deporte pero tiene habilidad para la pintura; etc.), si deseamos el bien de los demás, procuraremos decir las cosas con delicadeza y claridad para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención
Siempre será importante dar a los demás un consejo y criterio recto, de otra forma continuarán cometiendo los mismos errores o haciendo esfuerzos inútiles para lograr objetivos fuera de su alcance, si actúan así se debe, tal vez, a que nadie se ha interesado en su mejora y bienestar.
Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer más eficaz nuestra comunicación.
Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas, criticas o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es necesario corrige, pero nunca los hagas sentir mal.
No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o entonación con que se dicen las cosas, hay personas que hacen demasiado énfasis al hablar. Primero pregunta y aclara antes de formarte un juicio equivocado.
Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti. Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados o tristes. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.
En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan para formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las pláticas superficiales cansan.
Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por terminar.
No existe medio más eficaz para hacer amistades, elegir a la pareja y estrechar los lazos familiares, profesionales y de amistad. Todos deseamos vivir en armonía, por eso, este es el momento de reflexionar y decidirse a dar un nuevo rumbo hacia una mejor comunicación con quienes nos rodean.
VII. 57 Comunicación interpersonal y grupal.
A menos que nos hubieran confinado en un calabozo medieval, cada una de nuestras jornadas está salpicada de innumerables contactos interpersonales, muchos de ellos en forma de relaciones humanas, y otros como intercambios de comunicación masiva: leer libros o periódicos, escuchar programas de radio y televisión, redactar artículos, etc. Las experiencias de transmitir y captar un mensaje cualquiera, demuestra que no se pasan los mensajes de mente en mente como se pasa de mano a mano un paquete. No se captan los mensajes con la fidelidad mecánica e implacable con que una cámara capta las figuras que le ponen enfrente. Por el contrario, en la comunicación interviene una laboriosa actividad de asimilación, parecida a la del organismo cuando asimila los alimentos, transformándolos.
Entre dos más personas puede haber comunicación artificial, defensiva, mecanizada; y puede también haber comunicación fluida, abierta, espontánea, confiada, cordial. La primera es de cerebro a cerebro, la segunda de corazón a corazón, la primera es fría y formalista, la segunda es cálida y vívida. En la primera el individuo comunica cosas, como lo podría hacer también una maquina, en la segunda se comunica. Esto depende de la voluntad de compartir de participar, de tender puentes, de involucrarse, de darse.
La comunicación genuinamente interpersonal es “hablar con” más que “hablar a” o “hablar de” o “hablar sobre”, y exige sacar y externar algo de lo más íntimo y personal del ser humano: los sentimientos.
La profundidad de una comunicación corre pareja con la autenticidad del intercambio de sentimientos y afectos.
Además, son éstos los grandes facilitadores del autoconocimiento, porque es ley psicológica que “para saber quien soy yo, debo tratar de decirte a ti quien soy yo”; si no te lo digo, yo tampoco lo puedo saber.
La buena comunicación interpersonal crea un clima psicológico de bienestar que puede compararse a la buena respiración, a la buena digestión y a al correcta circulación sanguínea.
Los hombres no somos islas. Por esencia íntima somos animales sociales. Nuestra condición humana es de “individuos en sociedad”. Si sentimos que el medio nos responde, nuestra vivencia es de satisfacción, de armonía, de expansión y de activación de nuestras fuerzas psíquicas; en una palabra, vivencia de salud y bienestar.
Si por el contrario, sufrimos sistemáticamente experiencias de choque, de incomprensión, de rechazo y de falta de respuesta, entonces sobreviene la frustración, la agresividad crónica y amarga, la involución en vez de la evolución y la neurosis. Y lo dramático del asunto es que de individuos mentalmente enfermos no puede nunca resultar una sociedad mentalmente sana.
La defensividad: recurrimos a innumerables máscaras ante nosotros mismos y ante los demás. No por nada la psicología científica desde Freís para acá, acuñó la terminología de defensas psicológicas y mecanismos de defensa.
¿Cuántas personas están solas porque temen amar?, ¡cuántas personas se cierran ante sus semejantes y condenan las relaciones al formalismo vació y a la esterilidad!, ¡cuántas personas están reaccionan en las formas en que han aprendido, en vez de decidirse a sentir lo que realmente sienten!, ¡cuántas reacciones defensivas!, ¡cuántas actitudes de suspicacia que son la antesala de la paranoia!, ¡cómo hay que reaprender que al frenar la comunicación frenamos el crecimiento personal, y entramos por la vía de la neurosis!.
La apatía: hay sujetos que viven como juguetes o víctimas de las circunstancias y hay sujetos que se constituyen en creadores de las circunstancias. Es la alternativa fundamental de cultivar con apertura dinámica hacia el medio físico y humano para dominarlo, o bien, abandonarse a una pasividad acrítica, que es apatía y que toma las formas de rutina, pereza, dependencia, resignación, fatalismo, miedo crónico a tomar riesgos y miedo crónico al cambio.
¡Qué curiosa actitud esta segunda!, ¡cómo olvida que lo único constante en la vida es el cambio, y que si lo aceptamos y nos adaptamos a él, nos ayuda a progresar, y si no, de todos modos sucede y nos deja atrás!
Podemos retratar y sintetizar las dos actitudes en dos expresiones típicamente mexicanas: “hazle la lucha” y “ni modo”.
La primera propicia la evolución y la salida airosa de las dificultades; la segunda lleva a la involución y nos hunde en el pantano.
Los límites autoimpuestos: eminentes psicólogos y administradores de personal han observado que mucha gente rinde sólo a un pequeño porcentaje de sus capacidades y que vive y se muere en la más triste mediocridad, sin haber siquiera conocido sus perspectivas de creatividad y de éxito. ¿Por qué esta situación lamentable? La raíz suele encontrarse en los mensajes negativos y castrantes recibidos en el ambiente familiar: “no puedes” “no sirves” “eres tonto” “todo lo echas a perder”, o simplemente el estilo de vida familiar que llegó a ser una segunda naturaleza “somos una familia pobre” “somos gente humilde” “tenemos que aguantarnos”. Estos mensajes repetidos, machacados se van grabando en el niño que se abre a la vida y a la sociedad, y poco a poco él los internaliza, es decir, los hace suyos. A veces los mensajes enervantes son reforzados por “amigos” que tienen el desafortunado poder de hacernos sentir incapaces y frustrados.
La raíz próxima de las autolimitaciones son las vivencias de inseguridad con sus tres caras. “no puedo actuar” “no se como actúo” y “se como actúo, pero temo que no esté bien”.
Con un poco de voluntad y autosugestión podemos librarnos de estos limites autoimpuestos. Para casos más serios no queda más remedio que acudir a la psicoterapia profesional.
En términos generales podemos definir la comunicación no verbal como la comunicación mediante expresión o lenguaje corporal desprovisto de palabras.
En términos más concretos lo definiremos como un conjunto de signos (movimientos, olores, expresiones del rostro...) mucho más complejos que el lenguaje humano y con mayor contenido en cuanto a lo que expresamos tanto voluntaria como involuntariamente. Es decir, todo lo que hace referencia al "cómo se dice": gestos, expresiones faciales, movimientos corporales, el espacio que nos separa del otro,... Comunicación a través de la forma en que vestimos, en como nos mostramos -alegres o triste-, en como nos sentamos, si miramos o no a la cara, si halamos despacio o deprisa,...todo ello son signos que permiten a la persona que nos escucha hacerse una idea de quiénes y cómo somos.
Los gestos que aparecen cuando una persona tiene más dificultad para expresar lo que quiere decir, o cuando le cuesta más hacerse comprender por su interlocutor. Cuanto más necesitamos la atención del otro, más aumenta la intensidad de la expresión corporal y así los gestos se hacen cada vez amplios.
FACTORES ASOCIADOS AL LENGUAJE VERBAL. El tono. El volumen. La rapidez al hablar. La pronunciación. Los silencios. Ritmo y fluidez (muletillas, sonidos, prolongaciones..)
FACTORES DE COMPORTAMIENTO:
• Expresión facial: refleja el estado emocional (miedo, asco, alegría, duda...) sabemos si comprende o no por la expresión del rostro.
• La mirada: expresa emociones. Mantener la mirada en la conversación muestra interés con el interlocutor. Dejar de mirar falta de interes. Mirada fija como regañar..
• La postura. el cuerpo por sí mismo irradia un mensaje que está determinado por la sociedad pero también por la herencia y la suerte. Los movimientos corporales cambian de dirección coincidiendo con los ritmos del discurso, de forma que el cuerpo puede danzar al ritmo de las palabras.
• Los gestos. Reflejan emociones, enfatizan mensajes, expresan visualmente lo que se dice, regula la conversación...
• Proximidad espacial (proxénica) (intima 0-45, personal 45-120, social 120-365, pública 365 en adelante.)
• Apariencia personal: primera impresión: el vestido, el peinado...
• Enfatiza al lenguaje verbal (decir adiós con la mano)
• Expresa también emociones.
• Indica los sentimientos que nuestro interlocutor nos produce.
• Sustituye a las palabras en ocasiones.
• Orienta para interpretar el lenguaje verbal.
• Puede contradecir lo dicho en el verbal (con sonrisa: lo siento, no nos queda)
• Regula la comunicación, (dar paso, asentir...)